· Los investigadores utilizan una tecnología ancestral para convertir los residuos agrícolas en grasas
· El método podría ayudar a la industria de las proteínas sostenibles a recrear los sabores de la carne
· El proyecto demostrará el potencial de la fermentación para construir un sistema alimentario más sostenible
Madrid, 09 de marzo de 2023. Varios investigadores internacionales han conseguido, gracias a la utilización de una tecnología ancestral, convertir los residuos agrícolas en aceites para la alimentación. Mediante este proceso, se podrían reducir las emisiones de metano, mejorar la seguridad alimentaria, así como producir ingredientes esenciales de manera más sostenible.
Este proyecto, desarrollado en Luxemburgo y compuesto por un equipo internacional de Europa, Estados Unidos e Israel, está dirigido por Dorian Leger y Milena Ivanisevic, director general y directora de proyectos científicos de Connectomix Bio. Tienen como objetivo crear un método para convertir los cultivos alimentarios en combustibles y ofrecer a las empresas emergentes, grandes compañías e incluso gobiernos herramientas que les ayudará a entender el proceso de transformación de los residuos recogidos a alimentos.
Nuevas oportunidades para el sector agroalimentario
Así, este equipo de investigación convertirá una parte de los desechos derivados del cultivo– como podría ser, por ejemplo, las hojas de maíz – en un gas que se utilizará para alimentar los microbios en proceso de fermentación. Esta mezcla producirá unos lípidos que se añadirán a posteriori a la carne vegetal y cultivada, y que permitirán calcar el sabor de la carne tradicional.
En este sentido, Dorian Leger, director general de Connectomix Bio, explica que "para obtener estos resultados, nos basamos en una tecnología que existe y que ya se utiliza desde hace milenios, por ejemplo para la elaboración de cerveza. Aquí la gran diferencia sería que, en vez de dedicar tierras específicas para cultivos de este proceso, utilizamos fuentes renovables".
"Los resultados obtenidos nos han demostrado que esta técnica puede tener enormes ventajas a nivel medioambiental. Así es, los residuos agrícolas que se dejan descomponer en el campo se convierten en un gas natural, incoloro e inodoro, llamado metano. Este es el segundo compuesto que más contribuye al calentamiento global, incluso mayor que el CO2. De tal manera, lo que estamos proponiendo con este proyecto es aprovechar este gas para convertirlo en un valor añadido”, comenta Milena Ivanisevic, directora de proyectos científicos de Connectomix Bio.
A raíz de esto, los investigadores crearán una gama de aceites que permitirán dar sabor a alimentos proteicos sostenibles (como el pollo, el cerdo o la ternera de origen vegetal). Para optimizar los resultados, estos experimentarán utilizando varios tipos de desechos, así como diferentes procesos para averiguar cuál es el más económico. Por ejemplo, una alternativa que se podría plantear sería la utilización del biogás bruto, un gas que se obtiene a partir de la digestión anaerobia, que es un proceso biológico en el cual la materia orgánica es degradada por bacterias que no requieren oxígeno para su metabolismo.
"Así es, el estudio también analizará el potencial de convertir el biogás en hidrógeno o metanol antes de la fermentación. Creemos que esto impulsará a otras empresas, en particular a los productores de biogás, a adentrarse a este sector” afirma Milena. "Esto arrojará luz sobre los pros y los contras de los distintos métodos, identificando dónde la inversión y la investigación será más beneficiosas", sigue diciendo.
Los resultados derivados con estos ensayos se compartirán en la primera evaluación tecno económica con el sector alimentario para que estos puedan entender cómo esta tecnología se podría utilizar para crear grasas a partir de residuos. En esta línea, Gerd Woelbling, director de originación del grupo VNG, comenta que "esta tecnología podría proporcionar a los agricultores unas alternativas más eficientes y óptimas para una tarea que vienen haciendo durante siglos y que además hacen muy bien. En definitiva, esta técnica creará un sinfín de nuevas oportunidades para el sector”.
Un proyecto y un objetivo común
Este estudio cuenta con la colaboración de varias entidades importantes: San Diego State University y Stanford, el Imperial College de Londres, la Universidad Federico II de Nápoles, la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU), el Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, el Centro Verschuren de Canadá y el grupo alemán de infraestructuras de gas VNG.
Además, dada la escasez de fondos públicos dedicados a la investigación y el desarrollo de proteínas sostenibles, este estudio fue uno de los ocho proyectos europeos, y 21 de todo el mundo, que consiguió recibir financiación del Programa de Ayudas a la Investigación 2022 de The Good Food Institute (GFI), una ONG internacional que trabaja para avanzar en nuevas formas de producir la carne. Este programa tiene como objetivo contribuir a colmar las lagunas existentes y poner a disposición del público los principales resultados.
En palabras de Seren Kell, responsable de ciencia y tecnología del Good Food Institute Europe, “este proyecto no sólo hallará nuevas formas de desarrollar alternativas sostenibles a la grasa animal – fundamental para conseguir el sabor y la sensación en boca de la carne tradicional – sino que también enseñará cómo hacerlo en el dominio público”. Concluye diciendo que "sólo hemos arañado la superficie de todas las posibilidades que nos ofrece la fermentación. No obstante, para cumplir sus objetivos climáticos y mejorar la seguridad alimentaria, los gobiernos deberían financiar más investigación sobre la producción sostenible de proteínas".
Imágenes de carne cultivada disponibles aquí.
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Acerca de Good Food Institute:
El Good Food Institute Europe (GFI) es una organización no gubernamental de carácter internacional que ayuda a construir un sistema alimentario más sostenible, seguro y justo mediante la transformación de la producción de carne.
GFI trabaja con científicos, empresas y responsables políticos para promover la carne cultivada y de origen vegetal, ofreciendo un producto sabroso, asequible y accesible en toda Europa.
Inspirada por la filantropía, GFI emplea sus esfuerzos en reducir el impacto medioambiental de nuestro sistema alimentario, disminuir el riesgo de resistencia a los antibióticos y facilitar el acceso a alimentos de alta calidad utilizando menos recursos. Para obtener más información sobre GFI, puede visitar https://gfieurope.org/
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